Leonardo da vinci, fue un pintor florentino. Personifico el ideal renacentista
por su empeño en conocer y dominar
leonardo da vinci, o Lionardo según su
nombre de bautizo, fue bautizado y pasó sus cinco primeros años en la casa
de su padre en Vinci, donde fue tratado como un hijo legítimo. Tuvo
cinco madrinas y cinco padrinos, todos ellos habitantes del pueblo. En
este lugar, Leonardo recibió instrucción, aprendió a leer y a escribir, y
adquirió conocimientos de aritmética. Sin embargo, prácticamente no
aprendió latín, base de la enseñanza tradicional. El hecho de que tuviese
una ortografía caótica muestra que su instrucción no estuvo exenta de lagunas;
en todo caso no fue la de un universitario.
Era
un joven agraciado y vigoroso que había heredado la fuerza física de la estirpe
de su padre; es muy probable que fuera el modelo para la cabeza de San Miguel
en el cuadro de Verrocchio Tobías y el ángel, de
finos y bellos rasgos. Por lo demás, su gran imaginación creativa y la temprana
maestría de su pincel, no tardaron en superar a las de su maestro: en el
Bautismo de Cristo, por ejemplo, donde un dinámico e inspirado ángel pintado
por Leonardo contrasta con la brusquedad del Bautista hecho por Verrocchio.
Todas
as artes y técnicas. Incursionó en la pintura,
escultura, música, poesía, ingeniera, arquitectura , física
matemáticas , botánica , anatomía y filosofía.
Nació el sábado 15 de abril de 1452 en vinci, toscana, cerca de la ciudad italiana de florescencia , hijo ilegitimo(su padre dejo embarazada a una humilde joven de familia campesina llamada Catenaria. Su padre messer Piero Fruocino di Antonio , fue notario y embajador de la república de Florencia. El propio Leonardo fue , por tanto, descendiente de una rica familia y de su madre se dice que pudo ser una esclava en el medio oriente.
Pero cuando el joven Leonardo comprobó que no conseguía de Lorenzo el Magnífico más que alabanzas a sus virtudes de buen cortesano, a sus treinta años decidió buscar un horizonte más prospero.
En 1482 se presentó ante el poderoso Ludovico Sforza, el hombre fuerte de Milán por entonces, en cuya corte se quedaría diecisiete años como «pictor et ingenierius ducalis». Aunque su ocupación principal era la de ingeniero militar, sus proyectos (casi todos irrealizados) abarcaron la hidráulica, la mecánica (con innovadores sistemas de palancas para multiplicar la fuerza humana), la arquitectura, además de la pintura y la escultura. Fue su período de pleno desarrollo; siguiendo las bases matemáticas fijadas por León Bautista Alberti y Piero della Francesca, Leonardo comenzó sus apuntes para la formulación de una ciencia de la pintura, al tiempo que se ejercitaba en la ejecución y fabricación de laúdes.
El joven discípulo utilizaba allí por vez primera una novedosa técnica recién llegada de los Países Bajos: la pintura al óleo, que permitía una mayor blandura en el trazo y una más profunda penetración en la tela.
Además de los extraordinarios dibujos
y de la participación virtuosa en otras obras de su maestro, sus grandes obras
de este período son un San Jerónimo y el gran panel La adoración
de los Magos (ambos inconclusos), notables por el innovador dinamismo
otorgado por la maestría en los contrastes de rasgos, en la composición
geométrica de la escena y en el extraordinario manejo de la técnica del
claroscuro. Florencia era entonces una de
las ciudades más ricas de Europa; sus talleres de manufacturas de sedas y
brocados de oriente y de lanas de occidente, y sus numerosas tejedurías la
convertían en el gran centro comercial de la península itálica; allí los
Médicis habían establecido una corte cuyo esplendor debía no poco a los
artistas con que contaba.
Estimulado
por la dramática peste que asoló Milán y cuya causa veía Leonardo en el
hacinamiento y suciedad de la ciudad, proyectó espaciosas villas, hizo planos
para canalizaciones de ríos e ingeniosos sistemas de defensa ante la artillería
enemiga. Habiendo recibido de Ludovico el encargo de crear una monumental
estatua ecuestre en honor de Francesco, el fundador de la dinastía Sforza,
Leonardo trabajó durante dieciséis años en el proyecto del «gran caballo», que
no se concretaría más que en una maqueta, destruida poco después durante una
batalla.
De este modo el dibujo se convertía en el instrumento fundamental de su método didáctico, al punto que podía decirse que en sus apuntes el texto estaba para explicar el dibujo, y no éste para ilustrar a aquél, por lo que Da Vinci ha sido reconocido como el creador de la moderna ilustración científica.El ideal del saper vedere guió todos sus estudios, que en la década de 1490 comenzaron a perfilarse como una serie de tratados (inconclusos, que fueron recopilados luego en el Codex Atlanticus, así llamado por su gran tamaño). Incluye trabajos sobre pintura, arquitectura, mecánica, anatomía, geografía, botánica, hidráulica, aerodinámica, fundiendo arte y ciencia en una cosmología individual que da, además, una vía de salida para un debate estético que se encontraba anclado en un más bien estéril neoplatonismo. Aunque Leonardo no parece que se preocupara demasiado por formar su propia escuela, en su taller milanés se creó poco a poco un grupo de fieles aprendices y alumnos: Giovanni Boltraffio, Ambrogio de Predis, Andrea Solari, su inseparable Salai, entre otros; los estudiosos no se han puesto de acuerdo aún acerca de la exacta atribución de algunas obras de este período, tales como la Madona Littao el retrato de Lucrezia Crivelli.
Contratado en 1483 por la hermandad de
Absorto por estas cavilaciones e inquietudes, Leonardo no dudó en abandonar Florencia cuando en 1506 Charles d'Amboise, gobernador francés de Milán, le ofreció el cargo de arquitecto y pintor de la corte; honrado y admirado por su nuevo patrón, Da Vinci proyectó para él un castillo y ejecutó bocetos para el oratorio de Santa Maria dalla Fontana, fundado por aquél. Su estadía milanesa sólo se interrumpió en el invierno de 1507 cuando, en Florencia, colaboró con el escultor Giovanni Francesco Rustici en la ejecución de los bronces del baptisterio de la ciudad.
Quizás excesivamente avejentado para los cincuenta años que contaba entonces, su rostro fue tomado por Rafael como modelo del sublime Platón para su obra La escuela de Atenas. Leonardo, en cambio, pintaba poco dedicándose a recopilar sus escritos y a profundizar sus estudios: con la idea de tener finalizado para 1510 su tratado de anatomía trabajaba junto a Marcantonio della Torre, el más célebre anatomista de su tiempo, en la descripción de órganos y el estudio de la fisiología humana. El ideal leonardesco de la «percepción cosmológica» se manifestaba en múltiples ramas: escribía sobre matemáticas, óptica, mecánica, geología, botánica; su búsqueda tendía hacia el encuentro de leyes funciones y armonías compatibles para todas estas disciplinas, para la naturaleza como unidad. Paralelamente, a sus antiguos discípulos se sumaron algunos nuevos, entre ellos el joven noble Francesco Melzi, fiel amigo del maestro hasta su muerte. Junto a Ambrogio de Predis, Leonardo culminó en 1508 la segunda versión de
A este
mismo período pertenecen el retrato de Ginevra de Benci (1475-1478), con su
innovadora relación de proximidad y distancia y la belleza expresiva de La belle Ferronière. Pero
hacia 1498 Leonardo finalizaba una pintura mural, en principio un encargo modesto
para el refectorio del convento dominico de Santa Maria dalle Grazie, que se
convertiría en su definitiva consagración pictórica: La última cena.
Necesitamos hoy un esfuerzo para comprender su esplendor original, ya que se
deterioró rápidamente y fue mal restaurada muchas veces. La genial captación
plástica del dramático momento en que Cristo dice a los apóstoles «uno de
vosotros me traicionará» otorga a la escena una unidad psicológica y una
dinámica aprehensión del momento fugaz de sorpresa de los comensales (del que
sólo Judas queda excluido). El mural se convirtió no sólo en un celebrado icono
cristiano, sino también en un objeto de peregrinación para artistas de todo el
continente.
El interés de Leonardo
por los estudios científicos era cada vez más intenso: asistía a disecciones de
cadáveres, sobre los que confeccionaba dibujos para describir la estructura y
funcionamiento del cuerpo humano. Al mismo tiempo hacía sistemáticas
observaciones del vuelo de los pájaros (sobre los que planeaba escribir un
tratado), en la convicción de que también el hombre podría volar si llegaba a
conocer las leyes de la resistencia del aire (algunos apuntes de este período
se han visto como claros precursores del moderno helicóptero).
En el Vaticano vivió una etapa de tranquilidad, con un sueldo digno y sin grandes obligaciones: dibujó mapas, estudió antiguos monumentos romanos, proyectó una gran residencia para los Médicis en Florencia y, además, trabó una estrecha amistad con el gran arquitecto Bramante, hasta la muerte de éste en 1514. Pero en 1516, muerto su protector Giulano de Médicis, Leonardo dejó Italia definitivamente, para pasar los tres últimos años de su vida en el palacio de Cloux como «primer pintor, arquitecto y mecánico del rey».
A partir de 1517 su salud, hasta entonces inquebrantable, comenzó a desmejorar. Su brazo derecho quedó paralizado; pero con su incansable mano izquierda Leonardo aún hizo bocetos de proyectos urbanísticos, de drenajes de ríos y hasta decorados para las fiestas palaciegas. Su casa de Amboise se convirtió en una especie de museo, plena de papeles y apuntes conteniendo las ideas de este hombre excepcional, muchas de las cuales deberían esperar siglos para demostrar su factibilidad e incluso su necesidad; llegó incluso, en esta época, a concebir la idea de hacer casas prefabricadas. Sólo por las tres telas que eligió para que lo acompañasen en su última etapa, la Gioconda, el San Juan y Santa Ana,
El nuevo hombre fuerte de Milán era entonces Gian Giacomo Tivulzio, quien pretendía retomar para sí el monumental proyecto del «gran caballo», convirtiéndolo en una estatua funeraria para su propia tumba en la capilla de San Nazaro Magiore; pero tampoco esta vez el monumento ecuestre pasó de los bocetos, lo que supuso para Leonardo su segunda frustración como escultor. En 1513 una nueva situación de inestabilidad política lo empujó a abandonar Milán; junto a Melzi y Salai marchó a Roma, donde se albergó en el belvedere de Giulano de Médicis, hermano del nuevo papa León X.
El 2 de mayo de 1519
murió en Cloux; su testamento legaba a Melzi todos sus libros, manuscritos y
dibujos, que éste se encargó de retornar a Italia. Como suele suceder con los
grandes genios, se han tejido en torno a su muerte algunas leyendas; una de
ellas, inspirada por Vasari, pretende que Leonardo, arrepentido de no haber
llevado una existencia regido por las leyes de la Iglesia , se confesó
largamente y, con sus últimas fuerzas, se incorporó del lecho mortuorio para
recibir antes de expirar, los sacramentos.
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